18/11/07

El Mal quiere que se haga el Bien


El poeta persa Rumi cuenta que Mo'avia, el primer califa de la dinastía de los Omeya, estaba un día durmiendo en su palacio, cuando lo despertó un hombre extraño.


-¿Quién eres?- preguntó

-Soy Lucifer- fue la respuesta.

-¿Y qué deseas aquí?

-Ya es la hora de la oración y sigues durmiendo.


Mo'avia se quedó impresionado. ¿Cómo es que el Príncipe de las Tinieblas, el que desea siempre el alma de los hombres de poca fe, procuraba ayudarlo a cumplir un deber religioso?


Pero Lucifer explicó:

-Recuerda que yo fui creado como un Ángel de Luz. Pese a todo lo que sucedió en mi existencia, no puedo olvidar mi origen. Un hombre puede viajar a Roma o Jerusalén, pero siempre lleva en su corazón los valores de su patria: lo mismo ocurre conmigo. Aún amo al Creador, que me alimentó cuando era joven y me enseñó a hacer el bien. Cuando me rebelé contra Él, no fue porque no lo amara...muy al contrario, lo amaba tanto, que tuve celos cuando creó a Adán. En aquél momento, quise desafiar al Señor y eso fue mi ruina; aun así, aún recuerdo las bendiciones que se me dieron un día y tal vez actuando bien pueda regresar al Paraíso.


Mo'avia respondió:

-No puedo creer lo que me dices. Tú fuiste responsable de la destrucción de mucha gente en la faz de la Tierra.


-Pues créelo -insistió Lucifer-. Sólo Dios puede construir y destruir, porque es Todopoderoso. Fue Él, al crear al hombre, quien situó entre los atributos de la vida el deseo, la venganza, la compasión y el miedo. Por tanto, cuando veas el Mal a tu alrededor, no me culpes, porque sólo soy el espejo de las maldades que ocurren.


Consciente de que algo fallaba, Mo'avia se puso a rezar desesperadamente para que Dios lo iluminara. Pasó toda la noche conversando y discutiendo con Lucifer y, a pesar de los brillantes argumentos que oía, no se dejaba convencer.


Cuando ya despuntaba el día, Lucifer cedió al fin y explicó:


-Está bien, tienes razón. Cuando esta tarde he llegado para despertarte a fin de que no perdieses la hora de la oración, mi propósito no era aproximarte a la Luz Divina.


>> Yo sabía que, al dejar de cumplir con tu obligación, sentirías una profunda tristeza y durante los próximos días rezarías con el doble de fe y pedirías perdón por haber olvidado el ritual correcto. A ojos de Dios, cada uno de esos rezos expresados con amor y arrepentimiento valdría el equivalente de doscientas oraciones expresadas de forma automática y corriente. Acabarías más purificado e inspirado, Dios te amaría más y yo estaría más lejos de tu alma.


Lucifer desapareció y enseguida entró un Ángel de Luz:


-Nunca olvides la lección de hoy -dijo a Mo'avia-. A veces el Mal se disfraza de emisario del Bien, pero su intención oculta es la de provocar más destrucción.


Aquel día y los siguientes, Mo'avia oró con arrepentimiento, compasión y fe. Sus rezos fueron oídos mil veces por Dios.


Paulo Coelho

"Ser como el río que Fluye"

Editorial Grijalbo

México 2007

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lic. Mario Paul: me resulta en gran sorpresa encontrar esta pagina que profundamente trata y retrata al hombre y al soñador; al ente espiritual y culto en que te haz venido esculpiendo por motu y convencimiento propio.

Me da gusto saber del amigo con quien por azares de la vida habia perdido contacto y cuando nuevamente sé de él, lo encuentro compañero de profesion.

Te saludo con estremecido gusto y revivo el Madrid que paseamos y conocimos juntos, cuando aun la incertidumbre del destino nos mantenia calidamente abrigados en una laxa realidad.Donde gracias a tu mano franca un dia de verano tu familia que, yo la sigo considerando mia, me cobijo en la habitacion libre de un quinto piso de un edificio que a su vez traspiraba diplomacia de Estado.

Saludos amigo

alfercab@hotmail.com