I
Hace algún tiempo en una realidad aparte, existía un reino que era gobernado por el Secreto. Todos los súbditos eran felices en su mediocridad, no conocían la verdad, ni la alegría de un pensamiento nuevo lleno de cosas mejores para su vida, ni el valor de buscar nuevas formas de ésta; ni mucho menos la inspiración para lograrlas. Todo esto era porque el Rey Secreto las guardaba muy bien dentro de sí y no las compartía con nadie.
Tampoco podemos decir que en este pequeño y hermoso reino se viviera muy mal. No, la gente comía bien, vivía tranquila, tenía cada cual su trabajo el cual era bien remunerado por los demás, los cuales también cooperaban al engrandecimiento del reino con el propio.
Tampoco podemos decir que el Secreto gobernara muy mal, ya que cuando el pueblo se sentía muy hastiado de su vida tan perfecta y se querían revelar contra su Rey y su forma de vida tan pasiva, éste tomaba un pequeño trozo de la verdad - la cual tenía muy bien resguardada en un cofre de plomo, oculto dentro de un cuarto en los sótanos de su palacio que sólo él conocía- se lo tragaba sin masticarlo y en unas cuantas horas hacía una audiencia con los súbditos inconformes, a los cuales les solucionaba el problema o los conflictos hablando de una manera sabia.
El camino dentro de los sótanos hacia el cuarto donde se encontraba encerrada la Verdad era un laberinto el cual se encontraba vigilado por un minotauro y unos cuantos dragones dispuestos a dar su vida por no permitir el paso a ningún extraño.
La Verdad algunas veces quiso escapar de su prisión pero terminó por no hacerlo. No era porque su prisión fuera muy fuerte, al contrario, la Verdad era una infinidad de veces más fuerte que el cofre de plomo, pero la mayor parte de su poder provenía siempre de un corazón que la buscara con todas sus fuerzas. Como nadie en el reino se interesaba por buscarla y ya que no la conocían, la Verdad no veía la razón de estar libre.
La Verdad se pasaba todos los días llorando por aquellos que algún día la conocieron y la llevaron como estandarte en su vida diaria, siendo unos reyes generosos al compartirla con todos los que la pidieran conocer. Pero también se asustaba por todos aquellos que en algún tiempo la usaron para su poder personal, esclavizando a las personas y llevándolas a la miseria y al sufrimiento de la Nada.
En esas épocas, los tiranos no supieron retener a la Verdad, porque ésta en su magnífico poder, aunada a los corazones que lucharon por salvarla, salía victoriosa de su prisión.
Ahora todo era distinto, nadie la buscaba y eso la hacía muy desdichada.
II
Una noche, en la fecha en que las puertas de la oscuridad se abren para dar paso a la luz, nació un niño, hijo de un cazador y una hermosa mujer, los cuales no tenían mucho de haber visto cumplido su sueño de estar juntos gracias al eterno amor que sentían el uno por el otro.
El niño fue llamado Búsqueda y su padre le enseño el sabio arte de la cacería, mientras su madre lo llenaba de mimos y cuidados.
Búsqueda creció con la enseñanza de su padre, la cual partía del hecho que la vida es una lucha por la supervivencia al igual que la cacería, pero que si se tenían los sentidos despiertos y se escuchaba al corazón, la supervivencia se transformaba en un hermoso juego en el cual todo era armónico.
Búsqueda aún siendo un adolescente ya había desarrollado sus sentidos gracias a unos pocos ejercicios que su padre le enseñó en la cacería, y más aún, obtuvo el don de la paciencia al esperar a su presa, el moverse en el sentido correcto, el tener valor y coraje y a saber el momento preciso para actuar.
Así, Búsqueda pasó su niñez y adolescencia, hasta llegar a ser un joven de 19 años que manejaba perfectamente bien su trabajo y la sabiduría que éste le daba.
III
Un día en el cual Búsqueda acompañó a su padre al mercado del reino para vender sus presas, conoció a una bella aldeana de la cual quedó enamorado al instante. Si bien, él nunca había sentido el amor por una mujer, sí había oído hablar de él y aún sin comprender lo que éste significa, se sintió feliz de conocer algo nuevo y tan grande. En muy poco tiempo se encontró cortejando a la bella aldeana, la cual se llamaba Esperanza.
Esperanza correspondió su amor, tenían grandes planes para formar una familia y recibían la aprobación de los padres de ambos. Ya hasta tenían pensado el nombre de su primer hijo, el cual pensaban llamarlo Futuro.
Pero la tragedia no se hizo esperar cuando el padre de Esperanza murió y ella y su madre se quedaron sin un modo de sobrevivir, ya que estaban dedicadas a las tareas de su casa, por lo cual tuvieron que ir al palacio del rey Secreto a trabajar como parte de su servidumbre, lo cual representaba la separación de Búsqueda y Esperanza, porque la tradición ordenaba que la servidumbre del rey sólo debía dedicarse a éste y nunca podrían salir del palacio. Búsqueda nunca lo aceptó y sufrió una gran desilusión e impotencia al no poder hacer nada al ver a su amada entrar al castillo haciéndole promesas de amor eterno.
Búsqueda vagó desconsolado por mucho tiempo extrañando a su amada, hasta que recordó que en la cacería no hay presa imposible de cazar, por más difícil que ésta sea, siempre y cuando se tengan la experiencia, el coraje y el conocimiento suficiente para combatir a la presa. Por ello, decidió dedicarse toda su vida a aprender la manera de recuperar a Esperanza.
Recurrió a las enseñanzas de los magos y hombres sabios del reino, de los cuales sólo aprendió que sabían mucho, pero como siempre se dedicaron a acrecentar su fama, nunca practicaron lo aprendido y ninguno supo darle la enseñanza correcta para recuperar a su amada.
Después de tanto vagar por los reinos cercanos decidió entrar a una taberna a descansar un poco, pero cansado de tanto viaje y al no ver la salida a su problema, comenzó a beber demasiado hasta que se emborrachó. Gritaba de una manera impertinente, que la vida era ingrata, hasta que lo sacaron de allí a patadas.
Una vez en la calle y deshecho por dentro, se compadeció de sí mismo y todo ese orgullo y alegría que le daba el saberse un excelente cazador y conocedor del amor, se transformó en un sentimiento que nunca había tenido: Autocompasión.
Una viejecilla de cabellos canos y vestida de negro se le acercó de una manera tierna y le dijo que así era la vida, que sufriera porque nunca en la vida iba a encontrar la respuesta a ella, que todo lo que había soñado algún día, se había esfumado y nunca más regresaría. En fin, que Esperanza nunca más estaría a su lado.
Se sintió consolado por un momento, pero al ver el rostro sombrío de la mujer preguntó por su nombre y el por qué de su interés en él y sus problemas, ella respondió que se dedicaba a llenar los vacíos de las personas maldecidas por la desgracia y su nombre era Lástima.
A pesar de sentirse libre del dolor que sentía, algo dentro de sí le pareció que no era una mujer de fiar y como su padre le había enseñado a seguir esa pequeña voz imperceptible para oídos no acostumbrados a ella, se apartó de Lástima y decidió seguir adelante y regresar a su promesa de seguir buscando la manera de recuperar a Esperanza.
IV
Al día siguiente se encontraba en la plaza del pueblo y vio llegar al heraldo del rey Secreto con su escolta, para hacer un aviso a toda la gente del pueblo. Se quedó escuchando lo que decía el Heraldo: Una invitación al concurso de cacería más importante del reino, el cual sólo era llevado acabo cada cuarenta años: la caza del jabalí blanco del bosque encantado.
El jabalí blanco era considerado un animal sagrado y misterioso en el reino, pero se creía que el que lo capturara sería convertido en un hombre sabio y feliz, pero sólo se podía hacer en un día cada cuarenta años. La tradición indicaba que el que lo capturara recibiría un favor, uno sólo por parte del rey Secreto, cualquiera que éste fuera.
Su corazón se sintió alegre de nuevo, porque era algo que el podía lograr ya que era su profesión, además de que el favor que pediría sería la liberación de Esperanza.
Durante toda la semana antes de la cacería, Búsqueda revisó su equipo de caza, flechas, el viejo arco de madera que sus ancestros le legaran a través de su padre, su hacha, su daga para la lucha cuerpo a cuerpo si se daba en el último de los casos con las fieras, su cota de cuero, sus guantes y botas de cuero también.
Toda la semana se la pasó practicando el tiro de arco y meditando sobre sus enseñanzas de cazador, pero le costaba trabajo ya que el entusiasmo que sentía por ver cercana la recuperación de su amada lo distraía mucho.
Un día mientras meditaba en el bosque sobre su futura presa, un joven rubio y de buen talante, vestido con finas ropas de cazador se le acercó, lo llamó por su nombre y le empezó a infundir orgullo al decirle que era el mejor cazador del reino, que podría cazar al jabalí blanco aún sin preparase, que disfrutara de las delicias del triunfo aún cuando no lo hubiera logrado todavía, ya que éste era seguro para él.
Así se pasó un día entero soñando, hasta que se dio cuenta que mientras más se entregaba a ese sueño, más débil se hacia su mano derecha y tensaba cada vez con menos fuerza la cuerda del arco y su tiro se volvía vacilante.
El joven regresó a inducirlo a los sueños placenteros del triunfo, pero Búsqueda ya no sentía comodidad a su lado y decidió preguntarle por su nombre, al conocerlo, decidió alejarse de él; su nombre era Vanidad.
Después de esto y un día antes del comienzo de la cacería, se sintió más entregado y concentrado en sus ejercicios y su mano derecha volvió a ser firme y aún sin los sueños de los cuales le hablaba Vanidad, se sentía seguro porque estaba entregado a su tarea, aún cuando sintiera miedo.
El miedo era normal, ya lo conocía desde que empezó a aprender el arte de la cacería, su padre se lo presentó y aprendió a convivir con él. Su padre le había enseñado que si se actuaba aún con el miedo a su lado, eso era llamado valentía.
V
El gran día llegó y Búsqueda se presentó junto con los demás cientos de hombres y jóvenes del reino al despuntar el alba, para esperar el toque de salida para cazar al jabalí blanco.
Muchos sabían que el que tenía la oportunidad más cercana de cazar al jabalí blanco eran los más cercanos a Dios, por lo cual todos los cazadores antes de salir rezaban, cumplían con rituales o se entregaban a amuletos y supersticiones.
El momento llegó y todos los cazadores se adentraron en el bosque encantado. Cada cual escogió el camino que consideraba correcto y llenos de euforia empezaron a correr por el bosque en busca del jabalí blanco. Búsqueda en cambio, caminó despacio adentrándose en el bosque, disfrutando un poco de aquel hermoso lugar, hablando con los árboles, aves y animales pequeños del bosque. Los animales y los árboles de éste comenzaron a indicarle el camino en el cual se podría encontrar el jabalí blanco.
Conforme avanzaba la mañana, en el camino iba encontrando cazadores apurados, algunos lastimados y otros perdidos, a los cuales ayudaba con toda la sencillez posible a salir de sus apuros, y estos a su vez al verse ayudados, le decían que era un tonto porque así nunca encontraría al jabalí blanco.
Búsqueda no se daba por aludido, aunque en el fondo le doliera bastante la reacción de los demás cazadores, pero él sabía que muchos de ellos no habían podido separarse de la compañía de Vanidad, el cual había visitado días antes a todos los cazadores.
Al caer la tarde todo se oscureció y no encontraba salida al cansancio que lo acechaba a cada momento. Decidió sentarse a descansar un momento junto a un lago de agua cristalina, en ese momento llegó un hombre con una tez de aburrimiento y cansancio, le ofreció una salida rápida para llegar a un lugar más tranquilo y donde pudiera descansar de sueños, cacería, jabalís blancos y amores imposibles.
Búsqueda escuchó con atención sus consejos y más aún, pensaba por momentos seguirlos. Hasta que un pequeño colibrí pasó por enfrente de él y siguió su camino en dirección al este, por un momento supo que era mejor seguir al colibrí y fue cuando le preguntó su nombre al hombre que lo intentaba ayudar; su nombre era Desistimiento.
En ese momento decidió alejarse de él y seguir el camino del colibrí, con los gritos del Desistimiento detrás de él pidiendo que lo siguiera.
Al momento de escapar del Desistimiento llegó a una parte muy bella del bosque y entre dos robles grandes e imponentes vio al jabalí blanco parado entre ellos, al momento Búsqueda se agazapó, sacó su arco y una flecha y preparó su tiro con todo el entusiasmo, amor y temor que sentía en su corazón, pero al momento de apuntar al jabalí se percató de que era tan blanco que oscurecía su vista y erró su primer tiro.
Intentó hacerlo de nuevo, pero el jabalí sin moverse, debido a su gran luminosidad le impedía apuntarle. En ese momento se concentró y aún sin ver, apuntó con la certeza de que podría dar al blanco aún en la oscuridad de la luminosidad que expedía el jabalí. Disparó en un momento en que sintió que el tiempo se detenía.
Unos minutos después de hacer su disparo, vio que la luminosidad se iba y pudo ver al jabalí blanco con la flecha encajada en su lomo parado en la misma posición sin inmutarse. Búsqueda siguió contemplando al jabalí y unos momentos después éste se desplomó.
VI
Corrió hacia su presa, pero apareció un viejo ermitaño caminando entre los árboles y se acercó al jabalí.
Aún cuando Búsqueda supiera que los ermitaños del bosque encantado debían respetarse por ser hombres con una gran espiritualidad, le gritó que se alejara de su presa. El hombre no pareció escucharlo y se acercó al jabalí, le arrancó la flecha con gran energía y suavidad a la vez y le puesto una mano sobre la herida, el jabalí se incorporó lentamente y se fue en dirección al sur.
Búsqueda se quedó paralizado ante la escena y se acercó corriendo al ermitaño y le preguntó qué era lo que había hecho, el ermitaño con serenidad contestó que había curado al jabalí blanco, que no era justa su muerte, sólo por el orgullo de un rey y un ciento de cazadores.
Búsqueda contestó que el no lo hacía por vanidad, que la había desechado de su vida, le explicó que lo hacía porque era la única manera de recuperar a su amada y que sin la presa jamás podría pedirle el favor a el rey Secreto.
El ermitaño le indicó con pocas palabras que no necesitaba al jabalí blanco para recuperar a su amada, que tan sólo se presentara ante el rey a la mañana del día siguiente y pidiera audiencia con él para pedirle la recuperación de su amada.
Búsqueda alegó que no se podría presentar ante él si no era con el trofeo, pero el ermitaño le dijo que dijera que lo tenía, pero que lo llevaría ante el rey hasta la mañana siguiente en el castillo y antes de enseñar al desaparecido trofeo, le pidiera el favor de dejar libre a su amada.
Búsqueda respondió que así jamás le harían caso, pero el ermitaño insistió una vez más y le dijo que lo hiciera, Búsqueda preguntó por su nombre y éste le contestó que era Fe.
A partir de ese momento se dispuso a hacer lo que el buen ermitaño le indicaba.
VII
Al caer la noche todos los cazadores salieron del bosque, unos tristes por no haber capturado la presa, otros felices por haber vivido una aventura más, aún sin haber podido cazar al jabalí blanco, otros salían satisfechos por lo que habían aprendido.
El Senescal del rey veía que por ningún lado salía un cazador con el jabalí blanco, por lo que se disponía a marcharse. Hasta que detrás de él un cazador le gritó que había logrado el objetivo.
El Senescal volteó y no vio a la presa; preguntó al joven cazador donde estaba, él le dijo que quería una audiencia con el rey por la mañana y que sólo ahí se lo entregaría. El Senescal confió en la mirada del chico y le dijo que le cumpliría lo que pedía, pero que si era una farsa lo de haber cazado al jabalí blanco, moriría en el instante. Búsqueda aceptó y lleno de las palabras de Fe, pasó la noche en su casa.
A la mañana siguiente llegó ante la presencia del rey y lo vio en su trono con una bella armadura de oro, una corona de emperador y la más bella espada en su mano derecha y apoyada sobre los cojines que se encontraban debajo del trono.
Se apresuró a pedir el favor al rey y éste con su mirada inquisitoria le dijo que cómo intentaba engañarlo a él, ya que era el único que conocía la verdad y por lo tanto sabía que no llevaba la presa.
En ese momento Búsqueda se llenó de coraje y le dijo - “ Su alteza, usted cree que es el único que conoce la verdad, pero yo también la conozco, algo dentro de mí, me dice que todo a mi alrededor es un espejo el cual refleja mi alma y la de mis prójimos y las cosas de la naturaleza y por eso, es que vengo a exigirle que deje en libertad a Esperanza, y más aún, vengo a exigirle que deje el trono ya que usted no es el único que conoce la verdad, yo también la conozco y no fue por medio de una pequeña caja en donde la tengo guardada, sino porque me entregué a la vida y sus enseñanzas y nunca intenté poseerla para mí solo”-
En ese momento y sin saber de donde habían salido sus palabras, Búsqueda vio como el rey Secreto se desvanecía ante la mirada asustada del Senescal, los ministros y toda la corte.
Ante ese milagro ocurrido, la corte se postró ante Búsqueda y el Senescal entregó la corona, la armadura y la espada a éste, enseguida él pidió que Esperanza llegara a su lado y se convirtiera en su reina.
Días antes de la boda entre Esperanza y Búsqueda, los nuevos reyes del imperio, éste decidió bajar al laberinto donde estaba el trozo de verdad escondido y al ver a los dragones y minotauros postrarse ante él, se acercó a la caja, la cual había sido traída por unos monjes bizantinos siglos antes, ante las guerras de las cruzadas, tratando de cuidarla del egoísmo de la guerra, pero el Secreto se había apoderado de ella.
Al abrirla para mostrarla y regalarla a todo el pueblo como su gran tesoro, encontró dentro de la caja las siguientes palabras escritas en oro:
El Sentido de la Verdad
En nombre de la verdad, la raza humana cometió sus peores crímenes. Hombres y mujeres fueron quemados. La cultura de civilizaciones enteras fue destruida, los que buscaban un camino diferente eran marginados.
Uno de ellos, en nombre de la "verdad" terminó crucificado. Pero, antes de morir, dejó la gran definición de la Verdad.
No es lo que nos da certezas.No es lo que nos da profundidad.No es lo que nos hace mejores que los otros.No es lo que nos mantiene en la prisión de los prejuicios.
La verdad es lo que nos da la libertad. "Conoceréis la Verdad, y la verdad os hará libres" dijo Él.
Tampoco podemos decir que en este pequeño y hermoso reino se viviera muy mal. No, la gente comía bien, vivía tranquila, tenía cada cual su trabajo el cual era bien remunerado por los demás, los cuales también cooperaban al engrandecimiento del reino con el propio.
Tampoco podemos decir que el Secreto gobernara muy mal, ya que cuando el pueblo se sentía muy hastiado de su vida tan perfecta y se querían revelar contra su Rey y su forma de vida tan pasiva, éste tomaba un pequeño trozo de la verdad - la cual tenía muy bien resguardada en un cofre de plomo, oculto dentro de un cuarto en los sótanos de su palacio que sólo él conocía- se lo tragaba sin masticarlo y en unas cuantas horas hacía una audiencia con los súbditos inconformes, a los cuales les solucionaba el problema o los conflictos hablando de una manera sabia.
El camino dentro de los sótanos hacia el cuarto donde se encontraba encerrada la Verdad era un laberinto el cual se encontraba vigilado por un minotauro y unos cuantos dragones dispuestos a dar su vida por no permitir el paso a ningún extraño.
La Verdad algunas veces quiso escapar de su prisión pero terminó por no hacerlo. No era porque su prisión fuera muy fuerte, al contrario, la Verdad era una infinidad de veces más fuerte que el cofre de plomo, pero la mayor parte de su poder provenía siempre de un corazón que la buscara con todas sus fuerzas. Como nadie en el reino se interesaba por buscarla y ya que no la conocían, la Verdad no veía la razón de estar libre.
La Verdad se pasaba todos los días llorando por aquellos que algún día la conocieron y la llevaron como estandarte en su vida diaria, siendo unos reyes generosos al compartirla con todos los que la pidieran conocer. Pero también se asustaba por todos aquellos que en algún tiempo la usaron para su poder personal, esclavizando a las personas y llevándolas a la miseria y al sufrimiento de la Nada.
En esas épocas, los tiranos no supieron retener a la Verdad, porque ésta en su magnífico poder, aunada a los corazones que lucharon por salvarla, salía victoriosa de su prisión.
Ahora todo era distinto, nadie la buscaba y eso la hacía muy desdichada.
II
Una noche, en la fecha en que las puertas de la oscuridad se abren para dar paso a la luz, nació un niño, hijo de un cazador y una hermosa mujer, los cuales no tenían mucho de haber visto cumplido su sueño de estar juntos gracias al eterno amor que sentían el uno por el otro.
El niño fue llamado Búsqueda y su padre le enseño el sabio arte de la cacería, mientras su madre lo llenaba de mimos y cuidados.
Búsqueda creció con la enseñanza de su padre, la cual partía del hecho que la vida es una lucha por la supervivencia al igual que la cacería, pero que si se tenían los sentidos despiertos y se escuchaba al corazón, la supervivencia se transformaba en un hermoso juego en el cual todo era armónico.
Búsqueda aún siendo un adolescente ya había desarrollado sus sentidos gracias a unos pocos ejercicios que su padre le enseñó en la cacería, y más aún, obtuvo el don de la paciencia al esperar a su presa, el moverse en el sentido correcto, el tener valor y coraje y a saber el momento preciso para actuar.
Así, Búsqueda pasó su niñez y adolescencia, hasta llegar a ser un joven de 19 años que manejaba perfectamente bien su trabajo y la sabiduría que éste le daba.
III
Un día en el cual Búsqueda acompañó a su padre al mercado del reino para vender sus presas, conoció a una bella aldeana de la cual quedó enamorado al instante. Si bien, él nunca había sentido el amor por una mujer, sí había oído hablar de él y aún sin comprender lo que éste significa, se sintió feliz de conocer algo nuevo y tan grande. En muy poco tiempo se encontró cortejando a la bella aldeana, la cual se llamaba Esperanza.
Esperanza correspondió su amor, tenían grandes planes para formar una familia y recibían la aprobación de los padres de ambos. Ya hasta tenían pensado el nombre de su primer hijo, el cual pensaban llamarlo Futuro.
Pero la tragedia no se hizo esperar cuando el padre de Esperanza murió y ella y su madre se quedaron sin un modo de sobrevivir, ya que estaban dedicadas a las tareas de su casa, por lo cual tuvieron que ir al palacio del rey Secreto a trabajar como parte de su servidumbre, lo cual representaba la separación de Búsqueda y Esperanza, porque la tradición ordenaba que la servidumbre del rey sólo debía dedicarse a éste y nunca podrían salir del palacio. Búsqueda nunca lo aceptó y sufrió una gran desilusión e impotencia al no poder hacer nada al ver a su amada entrar al castillo haciéndole promesas de amor eterno.
Búsqueda vagó desconsolado por mucho tiempo extrañando a su amada, hasta que recordó que en la cacería no hay presa imposible de cazar, por más difícil que ésta sea, siempre y cuando se tengan la experiencia, el coraje y el conocimiento suficiente para combatir a la presa. Por ello, decidió dedicarse toda su vida a aprender la manera de recuperar a Esperanza.
Recurrió a las enseñanzas de los magos y hombres sabios del reino, de los cuales sólo aprendió que sabían mucho, pero como siempre se dedicaron a acrecentar su fama, nunca practicaron lo aprendido y ninguno supo darle la enseñanza correcta para recuperar a su amada.
Después de tanto vagar por los reinos cercanos decidió entrar a una taberna a descansar un poco, pero cansado de tanto viaje y al no ver la salida a su problema, comenzó a beber demasiado hasta que se emborrachó. Gritaba de una manera impertinente, que la vida era ingrata, hasta que lo sacaron de allí a patadas.
Una vez en la calle y deshecho por dentro, se compadeció de sí mismo y todo ese orgullo y alegría que le daba el saberse un excelente cazador y conocedor del amor, se transformó en un sentimiento que nunca había tenido: Autocompasión.
Una viejecilla de cabellos canos y vestida de negro se le acercó de una manera tierna y le dijo que así era la vida, que sufriera porque nunca en la vida iba a encontrar la respuesta a ella, que todo lo que había soñado algún día, se había esfumado y nunca más regresaría. En fin, que Esperanza nunca más estaría a su lado.
Se sintió consolado por un momento, pero al ver el rostro sombrío de la mujer preguntó por su nombre y el por qué de su interés en él y sus problemas, ella respondió que se dedicaba a llenar los vacíos de las personas maldecidas por la desgracia y su nombre era Lástima.
A pesar de sentirse libre del dolor que sentía, algo dentro de sí le pareció que no era una mujer de fiar y como su padre le había enseñado a seguir esa pequeña voz imperceptible para oídos no acostumbrados a ella, se apartó de Lástima y decidió seguir adelante y regresar a su promesa de seguir buscando la manera de recuperar a Esperanza.
IV
Al día siguiente se encontraba en la plaza del pueblo y vio llegar al heraldo del rey Secreto con su escolta, para hacer un aviso a toda la gente del pueblo. Se quedó escuchando lo que decía el Heraldo: Una invitación al concurso de cacería más importante del reino, el cual sólo era llevado acabo cada cuarenta años: la caza del jabalí blanco del bosque encantado.
El jabalí blanco era considerado un animal sagrado y misterioso en el reino, pero se creía que el que lo capturara sería convertido en un hombre sabio y feliz, pero sólo se podía hacer en un día cada cuarenta años. La tradición indicaba que el que lo capturara recibiría un favor, uno sólo por parte del rey Secreto, cualquiera que éste fuera.
Su corazón se sintió alegre de nuevo, porque era algo que el podía lograr ya que era su profesión, además de que el favor que pediría sería la liberación de Esperanza.
Durante toda la semana antes de la cacería, Búsqueda revisó su equipo de caza, flechas, el viejo arco de madera que sus ancestros le legaran a través de su padre, su hacha, su daga para la lucha cuerpo a cuerpo si se daba en el último de los casos con las fieras, su cota de cuero, sus guantes y botas de cuero también.
Toda la semana se la pasó practicando el tiro de arco y meditando sobre sus enseñanzas de cazador, pero le costaba trabajo ya que el entusiasmo que sentía por ver cercana la recuperación de su amada lo distraía mucho.
Un día mientras meditaba en el bosque sobre su futura presa, un joven rubio y de buen talante, vestido con finas ropas de cazador se le acercó, lo llamó por su nombre y le empezó a infundir orgullo al decirle que era el mejor cazador del reino, que podría cazar al jabalí blanco aún sin preparase, que disfrutara de las delicias del triunfo aún cuando no lo hubiera logrado todavía, ya que éste era seguro para él.
Así se pasó un día entero soñando, hasta que se dio cuenta que mientras más se entregaba a ese sueño, más débil se hacia su mano derecha y tensaba cada vez con menos fuerza la cuerda del arco y su tiro se volvía vacilante.
El joven regresó a inducirlo a los sueños placenteros del triunfo, pero Búsqueda ya no sentía comodidad a su lado y decidió preguntarle por su nombre, al conocerlo, decidió alejarse de él; su nombre era Vanidad.
Después de esto y un día antes del comienzo de la cacería, se sintió más entregado y concentrado en sus ejercicios y su mano derecha volvió a ser firme y aún sin los sueños de los cuales le hablaba Vanidad, se sentía seguro porque estaba entregado a su tarea, aún cuando sintiera miedo.
El miedo era normal, ya lo conocía desde que empezó a aprender el arte de la cacería, su padre se lo presentó y aprendió a convivir con él. Su padre le había enseñado que si se actuaba aún con el miedo a su lado, eso era llamado valentía.
V
El gran día llegó y Búsqueda se presentó junto con los demás cientos de hombres y jóvenes del reino al despuntar el alba, para esperar el toque de salida para cazar al jabalí blanco.
Muchos sabían que el que tenía la oportunidad más cercana de cazar al jabalí blanco eran los más cercanos a Dios, por lo cual todos los cazadores antes de salir rezaban, cumplían con rituales o se entregaban a amuletos y supersticiones.
El momento llegó y todos los cazadores se adentraron en el bosque encantado. Cada cual escogió el camino que consideraba correcto y llenos de euforia empezaron a correr por el bosque en busca del jabalí blanco. Búsqueda en cambio, caminó despacio adentrándose en el bosque, disfrutando un poco de aquel hermoso lugar, hablando con los árboles, aves y animales pequeños del bosque. Los animales y los árboles de éste comenzaron a indicarle el camino en el cual se podría encontrar el jabalí blanco.
Conforme avanzaba la mañana, en el camino iba encontrando cazadores apurados, algunos lastimados y otros perdidos, a los cuales ayudaba con toda la sencillez posible a salir de sus apuros, y estos a su vez al verse ayudados, le decían que era un tonto porque así nunca encontraría al jabalí blanco.
Búsqueda no se daba por aludido, aunque en el fondo le doliera bastante la reacción de los demás cazadores, pero él sabía que muchos de ellos no habían podido separarse de la compañía de Vanidad, el cual había visitado días antes a todos los cazadores.
Al caer la tarde todo se oscureció y no encontraba salida al cansancio que lo acechaba a cada momento. Decidió sentarse a descansar un momento junto a un lago de agua cristalina, en ese momento llegó un hombre con una tez de aburrimiento y cansancio, le ofreció una salida rápida para llegar a un lugar más tranquilo y donde pudiera descansar de sueños, cacería, jabalís blancos y amores imposibles.
Búsqueda escuchó con atención sus consejos y más aún, pensaba por momentos seguirlos. Hasta que un pequeño colibrí pasó por enfrente de él y siguió su camino en dirección al este, por un momento supo que era mejor seguir al colibrí y fue cuando le preguntó su nombre al hombre que lo intentaba ayudar; su nombre era Desistimiento.
En ese momento decidió alejarse de él y seguir el camino del colibrí, con los gritos del Desistimiento detrás de él pidiendo que lo siguiera.
Al momento de escapar del Desistimiento llegó a una parte muy bella del bosque y entre dos robles grandes e imponentes vio al jabalí blanco parado entre ellos, al momento Búsqueda se agazapó, sacó su arco y una flecha y preparó su tiro con todo el entusiasmo, amor y temor que sentía en su corazón, pero al momento de apuntar al jabalí se percató de que era tan blanco que oscurecía su vista y erró su primer tiro.
Intentó hacerlo de nuevo, pero el jabalí sin moverse, debido a su gran luminosidad le impedía apuntarle. En ese momento se concentró y aún sin ver, apuntó con la certeza de que podría dar al blanco aún en la oscuridad de la luminosidad que expedía el jabalí. Disparó en un momento en que sintió que el tiempo se detenía.
Unos minutos después de hacer su disparo, vio que la luminosidad se iba y pudo ver al jabalí blanco con la flecha encajada en su lomo parado en la misma posición sin inmutarse. Búsqueda siguió contemplando al jabalí y unos momentos después éste se desplomó.
VI
Corrió hacia su presa, pero apareció un viejo ermitaño caminando entre los árboles y se acercó al jabalí.
Aún cuando Búsqueda supiera que los ermitaños del bosque encantado debían respetarse por ser hombres con una gran espiritualidad, le gritó que se alejara de su presa. El hombre no pareció escucharlo y se acercó al jabalí, le arrancó la flecha con gran energía y suavidad a la vez y le puesto una mano sobre la herida, el jabalí se incorporó lentamente y se fue en dirección al sur.
Búsqueda se quedó paralizado ante la escena y se acercó corriendo al ermitaño y le preguntó qué era lo que había hecho, el ermitaño con serenidad contestó que había curado al jabalí blanco, que no era justa su muerte, sólo por el orgullo de un rey y un ciento de cazadores.
Búsqueda contestó que el no lo hacía por vanidad, que la había desechado de su vida, le explicó que lo hacía porque era la única manera de recuperar a su amada y que sin la presa jamás podría pedirle el favor a el rey Secreto.
El ermitaño le indicó con pocas palabras que no necesitaba al jabalí blanco para recuperar a su amada, que tan sólo se presentara ante el rey a la mañana del día siguiente y pidiera audiencia con él para pedirle la recuperación de su amada.
Búsqueda alegó que no se podría presentar ante él si no era con el trofeo, pero el ermitaño le dijo que dijera que lo tenía, pero que lo llevaría ante el rey hasta la mañana siguiente en el castillo y antes de enseñar al desaparecido trofeo, le pidiera el favor de dejar libre a su amada.
Búsqueda respondió que así jamás le harían caso, pero el ermitaño insistió una vez más y le dijo que lo hiciera, Búsqueda preguntó por su nombre y éste le contestó que era Fe.
A partir de ese momento se dispuso a hacer lo que el buen ermitaño le indicaba.
VII
Al caer la noche todos los cazadores salieron del bosque, unos tristes por no haber capturado la presa, otros felices por haber vivido una aventura más, aún sin haber podido cazar al jabalí blanco, otros salían satisfechos por lo que habían aprendido.
El Senescal del rey veía que por ningún lado salía un cazador con el jabalí blanco, por lo que se disponía a marcharse. Hasta que detrás de él un cazador le gritó que había logrado el objetivo.
El Senescal volteó y no vio a la presa; preguntó al joven cazador donde estaba, él le dijo que quería una audiencia con el rey por la mañana y que sólo ahí se lo entregaría. El Senescal confió en la mirada del chico y le dijo que le cumpliría lo que pedía, pero que si era una farsa lo de haber cazado al jabalí blanco, moriría en el instante. Búsqueda aceptó y lleno de las palabras de Fe, pasó la noche en su casa.
A la mañana siguiente llegó ante la presencia del rey y lo vio en su trono con una bella armadura de oro, una corona de emperador y la más bella espada en su mano derecha y apoyada sobre los cojines que se encontraban debajo del trono.
Se apresuró a pedir el favor al rey y éste con su mirada inquisitoria le dijo que cómo intentaba engañarlo a él, ya que era el único que conocía la verdad y por lo tanto sabía que no llevaba la presa.
En ese momento Búsqueda se llenó de coraje y le dijo - “ Su alteza, usted cree que es el único que conoce la verdad, pero yo también la conozco, algo dentro de mí, me dice que todo a mi alrededor es un espejo el cual refleja mi alma y la de mis prójimos y las cosas de la naturaleza y por eso, es que vengo a exigirle que deje en libertad a Esperanza, y más aún, vengo a exigirle que deje el trono ya que usted no es el único que conoce la verdad, yo también la conozco y no fue por medio de una pequeña caja en donde la tengo guardada, sino porque me entregué a la vida y sus enseñanzas y nunca intenté poseerla para mí solo”-
En ese momento y sin saber de donde habían salido sus palabras, Búsqueda vio como el rey Secreto se desvanecía ante la mirada asustada del Senescal, los ministros y toda la corte.
Ante ese milagro ocurrido, la corte se postró ante Búsqueda y el Senescal entregó la corona, la armadura y la espada a éste, enseguida él pidió que Esperanza llegara a su lado y se convirtiera en su reina.
Días antes de la boda entre Esperanza y Búsqueda, los nuevos reyes del imperio, éste decidió bajar al laberinto donde estaba el trozo de verdad escondido y al ver a los dragones y minotauros postrarse ante él, se acercó a la caja, la cual había sido traída por unos monjes bizantinos siglos antes, ante las guerras de las cruzadas, tratando de cuidarla del egoísmo de la guerra, pero el Secreto se había apoderado de ella.
Al abrirla para mostrarla y regalarla a todo el pueblo como su gran tesoro, encontró dentro de la caja las siguientes palabras escritas en oro:
El Sentido de la Verdad
En nombre de la verdad, la raza humana cometió sus peores crímenes. Hombres y mujeres fueron quemados. La cultura de civilizaciones enteras fue destruida, los que buscaban un camino diferente eran marginados.
Uno de ellos, en nombre de la "verdad" terminó crucificado. Pero, antes de morir, dejó la gran definición de la Verdad.
No es lo que nos da certezas.No es lo que nos da profundidad.No es lo que nos hace mejores que los otros.No es lo que nos mantiene en la prisión de los prejuicios.
La verdad es lo que nos da la libertad. "Conoceréis la Verdad, y la verdad os hará libres" dijo Él.
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